Comer es una de las actividades más complejas para el sistema nervioso, y el sentido del gusto está muy asociado a nuestros recuerdos. Un claro ejemplo de cuando la cocina nos evoca los recuerdos podemos encontrarlo en la película Ratatouille, cuando el severo crítico gastronómico Anton Ego prueba ese espectacular plato emblemático de la especialidad regional francesa denominado confit byaldi, el cual es elaborado con diferentes hortalizas guisadas. Ese primer bocado lo transporta de inmediato a su infancia, lo lleva a recordar los aromas y sabores de la comida que le preparaba su madre.
En muchas ocasiones mezclamos la inteligencia emocional con nuestros sentidos en la cocina porque añoramos alguna comida, algún sabor, algún aroma que quisiéramos poder disfrutar nuevamente pues nos evoca experiencias fantásticas. Y si resulta ser en las mismas condiciones en que los consumimos en esa oportunidad, mucho mejor.
Existe una asociación entre la comida y diferentes elementos que juegan un papel importante en su preparación, en un sitio específico, en una época determinada. Es por ello que los recuerdos asociados a la comida provocan nostalgia.
Pero, ¿por qué la comida nos evoca recuerdos del pasado?
Sencillamente porque el ser humano, cuando se trata de alimentos, pone en funcionamiento todos sus sentidos. Podemos apreciar su aroma, su sabor, su textura, su apariencia y hasta los sonidos que emite su preparación. En definitiva, la memoria de la comida es más sensorial que otros recuerdos porque involucran todos nuestros sentidos.
Nuestra memoria del gusto nos permite evocar el disfrute de muchos platos como expresamos; pero, también nos alerta sobre aquellos que hemos objetado en el pasado, bien por no ser agradables a nuestro gusto, o por haber consumido productos en mal estado, lo que nos hace rechazar tanto ese alimento como el sitio donde lo consumimos. Al usar los cinco sentidos asociados a la comida, se afianza la necesidad de supervivencia en compañía de otras personas, o asociado a una situación o lugar específico y todo el conjunto de emociones desencadenadas en ese preciso momento. Este fenómeno tiene una explicación, y es que nuestro cerebro primitivo busca repetir los episodios placenteros asociados a la alimentación como parte de la auto-preservación. En otras palabras, la cocina está íntimamente ligada a lo más profundo de nuestro subconsciente.
La gastronomía actual tiende, especialmente en las grandes urbes, a la proliferación de platos foráneos, vanguardistas y de fusión que están desplazando a los tradicionales platos regionales. La comercialización de nuevos productos, ingredientes, estilos y conceptos en nuevos platos hacen que la demanda de éstos esté creciendo por el simple hecho de estar a la moda o por querer disfrutar de nuevas sensaciones culinarias como por ejemplo la de comer a oscuras. Sin embargo, recordemos que un simple aroma, un simple sabor lleva al comensal a recordar y querer disfrutar de esos platos básicamente tradicionales que disfrutaba en familia o con alguien especial. Por eso, aunque los platos foráneos son siempre atractivos, la cocina regional nunca pasará de moda.
Aún con esa tendencia en alza, siempre hay momentos en los que el comensal quiera disfrutar individualmente y hasta en grupo- de platos tradicionales como una buena paella, unas patatas bravas, y otros que le satisfagan esa necesidad.
Experiencia en la Cocina
La industria gastronómica desarrolla nuevos conceptos de consumo de alimentos, pero siempre existirá a la vuelta de la esquina un restaurante de platos tradicionales, que si bien no disponga en su menú de ofertas tan genuinas como las preparadas en casa, por lo menos se asemejan en su contenido e ingredientes, lo que hará suplir sus expectativas e incluso superarlas.
Bien sea preparando nuestros propios alimentos con una receta familiar o disfrutando un buen plato en el restaurante de su preferencia, seguramente está viviendo una nueva experiencia evocada por un grato recuerdo.